Dedicatoria





Dedico estas memorias
a mis hijos y a mis nietos

para que, cuando las lean,
recuerden a sus padres y abuelos.

Las escribo con todo el cariño
que por ellos siento.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Vuelta al cole


Con 10 años, regresé al Colegio Nacional “Joaquín Costa”, en su nuevo emplazamiento. Entre los edificios públicos que se construyeron en nuestra ciudad, en tiempos del Directorio del General Primo de Rivera, figuran el Hospital Provincial, hoy convertido en Museo Arqueológico de la Diputación Provincial, y nuestro colegio, en el Paseo de Campoamor.

Como es lógico, el nuevo colegio despertó gran admiración entre nosotros ya que, acostumbrados a estar en vetustas instalaciones, el nuevo era una maravilla. La clase estaba en uno de los pisos, con D. José Albert, de maestro, que como D. José García, también fue un gran profesor.

D. Eliseo Villanueva, seguía siendo el director. En mi clase estaba como alumno su hijo Pepito, con el que, posteriormente, tuve relación ya que estudiamos la misma carrera. Don Eliseo y su familia, vivían en una finca, sita en la Carretera de Villafranqueza, poco más o menos a la altura del actual Hospital General. Junto a ella estaba el “Molí del Remei”, donde vivía mi compañero y amigo Alejandro López.

Un día, Alejandro nos invitó a visitarle, y entonces descubrimos porqué el nombre de la finca, ya que efectivamente disponía de un molino harinero en pleno funcionamiento. Mi amigo y su familia, tenían la vivienda al lado del molino.

En nuestra visita, pudimos comprobar como trabajaba, ya que se encontraban moliendo trigo. Vimos como, el grano era introducido en un lugar en el que se lavaba, para posteriormente, mientras se secaba, y por medio de un gran tornillo sin fin, subía hasta la parte alta donde se iniciaba el proceso de su molturación. Vimos como, una vez molido, la harina salía por una parte y el salvado, por otra. Y como se introducían en los sacos dispuestos en la salida de sus respectivas toberas. Fue toda una experiencia.

En el nuevo colegio cumplí los 14 años y, en él, mi maestro me preparó junto a otros alumnos, para iniciar estudios superiores. Aquellos que tenían que alcanzar el Bachillerato, en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, salieron antes del colegio, si no recuerdo mal ingresaban a los 10 años. Yo quise estudiar para maestro de Primera Enseñanza siguiendo los pasos de mi hermano Antonio, que entonces ya cursaba su tercer año de carrera.

El Instituto se encontraba entonces en la calle Ramales, hoy Reyes Católicos, y la Escuela Normal de Magisterio, en la Plaza Séneca (Autobuses) esquina a la calle Cano Manrique, ahora Italia. Con gran alegría para todos, aprobé el examen de ingreso y comenzó mi nueva vida.

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